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COLUMNA

Pedro Solbes

Todo parece indicar que nuestro paisano, Pedro Solbes, será nombrado por José Luis Rodríguez Zapatero ministro de Economía y Hacienda, con el rango de vicepresidente segundo del Gobierno. Y hay que decir que ha sido un gran acierto. Se decía que el futuro presidente del Gobierno español carecía de un buen equipo para formar su gabinete. Incluso algunos representantes de la más rancia derecha, política y mediática, se han permitido hacer bromas sobre el particular. De momento, Zapatero ha nombrado responsable del mismo a uno de los mejores políticos españoles en la materia. Preparados y experimentados. Lo ha demostrado con creces. Solbes fue el último ministro de Economía socialista. Y su labor al frente del departamento sirvió para sentar las bases de la favorable situación económica que permitieron a Aznar y a su ministro, Rodrigo Rato, tomar las medidas adecuadas para avanzar en la mejora de la economía española. Pedro Solbes puso los cimientos para ese despegue.

Pero quienes aquí, en el País Valenciano, hemos venido preocupándonos y prestando atención, desde hace tiempo, a los problemas de nuestra economía, sabemos de la valía del que va a ser ministro de Economía. A finales de los años 60, Solbes fue nombrado delegado del ministerio de Comercio en Valencia, siendo una de sus mayores preocupaciones la relación del País Valenciano con la entonces Comunidad Económica Europea. Impulsó la agrupación del sector de los cítricos para su mejor defensa. Y desde el primer momento comenzó a tener contactos con Bruselas, a conocer el entramado comunitario europeo, llegando a ser uno de los más acreditados expertos en cuestiones de la hoy UE, de la que es Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios.

Vamos a tener, pues, un valenciano ocupando un lugar principal en el Ejecutivo español. No es esto muy frecuente. Un político valenciano que conoce bien nuestra estructura económica y conoce, también, el funcionamiento de la UE, a la que nuestra economía de exportación se encuentra tan vinculada y de cuyas decisiones depende en gran medida su desarrollo. Confiemos en que todo sea para bien.

fburguera@inves.es

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de marzo de 2004