Hemos hecho una tremenda inversión en el establecimiento de un Gobierno independiente y democrático para el pueblo de Irak.
La justificación de los enormes sacrificios requeridos para esta causa ha sido cuestionada y nuestra política exterior debe validar los esfuerzos extremos. No lo es ahora, ni fue jamás nuestra intención, mantener soldados extranjeros en Irak a perpetuidad.
Se puede discutir acerca de cuántas tropas deben ser desplegadas, dónde y por cuánto tiempo. Éstas son preguntas sobre las tácticas, que no deben disminuir nuestro compromiso de crear en Irak una forma de Gobierno estable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de marzo de 2004