"Nos pinchábamos nosotros mismos. Algún director también lo hizo, pero normalmente lo hacíamos cada uno. Llevábamos nuestro propio maletín. Siempre tenías un compañero que te decía: 'Con esto andas más, vas a ir más alegre'. Y como todos lo hacían, tú también. Luego, eran mentiras. A lo mejor no te hacía nada porque no estabas preparado, pero había que tomarlo. O pincharnos. El que diga lo contrario miente".
José Manuel Fuente, uno de los míticos escaladores del ciclismo español y que falleció en 1996, hizo estas declaraciones a EL PAÍS el 23 y el 24 de noviembre de 1993. El Tarangu ya estaba retirado, pero fue el primero y el único en atreverse a contar su verdad sobre el primitivo dopaje. Ello le supuso las críticas de todo el mundo del ciclismo. Sólo lo hizo por su noble y valiente sinceridad, porque su carácter explosivo lo mantuvo siempre. Entonces ya dijo que le afectó a los riñones. "Pero no pasé media temporada con una hepatitis como Galdos y [González] Linares", matizó. Este último, al que le costó admitirlo, comentó: "No, no voy a contar lo que he hecho en mi vida privada. A lo mejor algún día, si me pagan mucho dinero, como a alguna de esas estrellas, lo hago".
José Grande, entonces seleccionador, dijo que posiblemente las hepatitis fueron por contagios con las jeringuillas y admitió: "Negar que tomamos estimulantes sería una tontería". Y se lamentó de la falta de médicos en aquellos años de la generación maldita, a principios de los 70. El propio Fuente ahondó: "Teníamos que hacerlo solos. Siempre machacábamos que necesitábamos un médico. Ahora ellos te lo dicen todo...".
El Tarangu llegó a contar con humor una anécdota dentro de la sordidez del tema para demostrar también el desastre de los controles antidopaje en aquellos tiempos. Era final de temporada y la última etapa de la Volta a Catalunya: "Vamos a tomar una centramina para aguantar en el pelotón", le dijo a un compañero; "y fui entrando tanto en materia que al final me vi en el sprint y gané la etapa. No pensaba hacerlo ni por lo más remoto. Y no di positivo. Pero lo más curioso es que al año siguiente, en la Vuelta al País Vasco, me tocó pasar el control por sorteo y había tomado la misma centramina. Fui tranquilo, sabiendo que en la Volta no había pasado nada, y cuál sería mi sorpresa cuando entonces sí lo dí".
Fuente hasta dio filosofía del pelotón: "Si no has dado positivo, no has sido ciclista', decíamos entre nosotros. Siempre con anfetaminas, en pastillas o inyectables".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de marzo de 2004