El 11-M fue un trágico momento de dolor y angustia, pero también de heroísmo y solidaridad; multitud de profesionales, bomberos, servicios de emergencia, vigilantes de seguridad, taxistas y muchísimos voluntarios anónimos dieron lo mejor de sí para ayudar a las víctimas.
Quisiera destacar, sin embargo, el trabajo silencioso de unas heroínas "involuntarias" que aquella trágica mañana colaboraron facilitando las tareas de los servicios sanitarios de los hospitales que atendieron a los damnificados.
Me refiero a las trabajadoras de una empresa que presta servicios de acompañamiento hospitalario particular; aquella mañana fueron "movilizadas" para atender a los pacientes de las plantas en las que realizaban su labor.
Gracias a ellas, médicos y enfermeras pudieron dedicarse a lo que realmente importaba en aquellos momentos.
Desde estas líneas quisiera agradecer a las trabajadoras de esa empresa su trabajo en aquellos momentos. Todos pusimos nuestro granito de arena y es digno reconocerlo y agradecerlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de marzo de 2004