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CARTAS AL DIRECTOR

Recibo cartas...

"Recibo cartas... que me emocionan...", como decía una canción de Presuntos Implicados, y no sé qué contestarles. Son cartas escritas que me vienen volando, atravesando el mágico y abstracto ciberespacio y me preguntan con insistencia qué pasó en Madrid aquella mañana negra, cómo nos sentimos los de aquí y no se qué escribir. Diane me dice que tiene miedo, que tal vez la muerte les ronde... Said me explica que teme represalias..., Vera me recuerda el asunto palestino... Neil me habla de la antiglobalización... y no sé qué teclear porque la desesperanza de mi alma ha contagiado mi ordenador y todo lo que escribo es un continuo lamento por un mundo convertido en gran cárcel en la que los presos se amenazan unos a otros y donde no parece que haya salida.

Occidente se encierra en sus celdas insonorizadas y parte del mundo árabe cubierto por un manto de integrismo se aísla al otro lado de esta gigantesca prisión en la que hemos convertido este planeta al que hemos puesto fronteras y vallas, odios, poderosos mass media manipuladores y guerras, y en la que sus habitantes temen la pluralidad del otro y prefieren su celda individual.

Y mientras nosotros, descendientes de los soñadores jóvenes de los setenta e hijos del Internet, nos comunicamos en inglés básico e internacional desde diferentes puntos de los cinco continentes preguntándonos si en cierto modo no hay diálogo posible, si esto es una maldición innata en el hombre y que nosotros mismos continuaremos el día en el que olvidemos estas cartas, estas idas y venidas de ideas engendradas en otros idiomas, nacidas bajo otros cielos distintos al mío. Recibo cartas... recibo cartas.... recibo cartas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de marzo de 2004