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Editorial:

Una pinta sin humo

Irlanda puso en vigor ayer la ley antitabaco más restrictiva del mundo, una norma que prohíbe fumar en casi todos los lugares de trabajo y declara libres de humo a los pubs y restaurantes del país, que son, entre otras cosas, los lugares de trabajo de decenas de miles de fumadores pasivos. Noruega aplicará en junio una normativa parecida, y lo que hagan otros países europeos puede depender del éxito o el fracaso del precedente irlandés.

La mayor parte de las quejas por la nueva ley, que muchos juzgan drástica, proceden de los propietarios de los bares. No sólo temen perder clientes, sino que consideran injusto tener que ocuparse ellos mismos de que la ley se aplique. El Gobierno irlandés ha contratado a 40 inspectores de salud para vigilar el cumplimiento de la prohibición durante el primer año, pero en el país hay más de 10.000 pubs. Es evidente que, en la mayoría de los bares y durante la mayor parte del tiempo, no habrá más vigilancia que la de los propietarios, que se exponen a una multa de 3.000 euros si no se cumple la ley en sus locales.

Lo más probable es que el éxito de la medida no dependa tanto de la eficacia represiva cuanto del espíritu cívico de la clientela. En los países occidentales, cada vez más ciudadanos creen que fumar en los lugares públicos es un anacronismo, y no son pocos los fumadores que, en algún rincón oculto de su cabeza, desean una legislación más represiva para aumentar las posibilidades de abandonar o recortar su hábito. El argumento incontestable del Gobierno de Dublín para limpiar de humo los lugares públicos es que el país sufre una mortandad por enfermedad coronaria que duplica la de la Unión Europea.

La liturgia se desmorona. Los pubs de Irlanda ya están poniendo ceniceros en el exterior para que los fumadores más adictos -y menos temerosos de las condiciones climáticas- puedan salir a la calle a dar un par de caladas entre pinta y pinta de cerveza negra. Por si acaso, la marca legendaria del brebaje nacional ha iniciado una campaña de publicidad masiva, que incluye bebida gratis, para que los irlandeses sigan frecuentando sus acreditadas tabernas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de marzo de 2004