Una vigilante de los juzgados de la plaza de Castilla se quedó en la mañana de ayer petrificada. A través del monitor del escáner que controla los objetos que portan los usuarios, vio en forma de radiografía que algo se movía dentro de la maleta que un hombre acababa de depositar en la cinta.
-Oiga, ¿pero qué lleva usted ahí, que se mueve? -inquirió.
-¿En la maleta? Pues a mi boa -repuso el usuario, sin gesto nervioso.
-Abra la maleta ahora mismo -pidió la vigilante.
Nada más abrirla, la boa asomó una enorme y erguida cabeza. La chica se asustó y gritó, a la vez que avisaba a la Guardia Civil del Seprona. Los agentes se llevaron al animal y al dueño, quien ya no pudo hacer su gestión en el juzgado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de marzo de 2004