"El esqueleto es la forma final". Así trató ayer el arquitecto Carlos Ferrater de singularizar su última obra, el Auditorio y Palacio de Congresos de Castellón: un edificio asimétrico, levantado con hormigón blanco sobre una planta de más de 5.000 metros cuadrados. Una luz cenital da la bienvenida a un espacio en el que "la complejidad reside en que parece sencillo". La Novena Sinfonía de Beethoven, por la Orquesta Sinfónica de Valencia y el Coro de la Generalitat, dirigidos por Manuel Galduf, sonó en la inauguración del edificio, promovido por la sociedad pública Castellón Cultural.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de abril de 2004