Tras leer el domingo el reportaje Ellos las prefieren blancas, no he podido dejar de pensar en la contradicción que supone el que las europeas quememos nuestra piel para estar siempre bronceadas, y que miles de mujeres en Suráfrica usen cremas abrasivas para alcanzar la palidez que las haga más deseables.
Parece un simple caso de ese inconformismo de serie con el que nacemos todos, pero cuando los que prefieren son los mismos de siempre y las que no se conforman continúan sin saber quién controla su cuerpo, dejamos de estar ante una moda para recordar un problema social.
Mientras espero ansiosa el reportaje que desvele qué es lo que ellas prefieren, me resistiré a la atracción del glamouroso mundo del retoque con photoshop. Porque la arruga siempre fue bella y las cartucheras dan personalidad; el ébano, compañeras, esta temporada se vuelve a llevar.
El titiritero se lamenta, el negocio se agota. A nadie le conmueven ya sus marionetas. Una ejecutiva de mediana edad se le acerca para preguntar cuándo comienza la función. El titiritero se sorprende, jamás podrá imaginar que el guiñol se ha convertido en un básico para las chicas Cosmos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de abril de 2004