Cuando durante la Primera Guerra Mundial, Winston Churchill hubo de abandonar su cargo al frente del Almirantazgo británico tras el fracaso de su estrategia naval, solicitó del Gobierno su incorporación al ejército y fue enviado al frente, a las trincheras de Flandes, como teniente coronel de un batallón de infantería.
La decisión del gran estadista conservador debería servir de ejemplo a los políticos españoles que ahora dejan el poder, quienes podrían presentarse voluntarios para servir en Irak, si no al mando de un batallón, al menos como alfereces de complemento, brigadas de cocina, cabos furrieles o cabos gastadores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de abril de 2004