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LA POSGUERRA DE IRAK

Las armas de falsedad masiva (I)

La comunicación se ha convertido en publicidad; y la comunicación política, en propaganda. Para operar esa conversión ha sido necesario que la información se transformase en desinformación, es decir, que el conocimiento y transmisión del acontecer real no fuesen posibles, porque los datos disponibles se referían a otra realidad, producida por falsificación. Desinformar no es sólo informar mal o manipular la información; es imponer una determinada información haciendo imposible que pueda existir cualquier otra que ofrezca contenidos distintos a los suyos. Se trata de un proceso de falsificación progresiva que desemboca en una falsedad radical. Desde esa consideración, puede explicarse que el 41% de los norteamericanos crean no sólo que Irak tenía armas de destrucción masiva, sino que sus tropas las encontraron; que los refugios subterráneos de Bagdad y de Tora Bora en Afganistán no sólo existieron, sino que son impresionantes, y que cerca del 70% estén convencidos de que Sadam Husein fue el principal responsable del ataque a las Torres Gemelas, todo lo cual justifica ampliamente la guerra. Claro que esta falsa realidad en la que coinciden un tan notable porcentaje de ciudadanos es resultado de una programada operación de producción / eliminación de acontecimientos y de una potentísima campaña de marketing mediático.

Dos tipos de estructuras han sido las principales responsables de la operación. En primer lugar, una densa red de agencias de información, directamente dependientes del Departamento de Defensa como la DARPA (Defense Advanced Research Project Agency), dirigida por el almirante John Poindexter; la TIAO (Total Information Awareness Office); el OSP (Office of Special Plans), bajo la dirección de Abram Shulsky; la NESA (Near East and South Asia Bureau), etc., que vienen a agregarse a los servicios de inteligencia ya existentes (CIA, DIA, NASA), con los que en ocasiones entran en conflicto, y que forman una voluminosa constelación cuyo presupuesto global para 2004 supera, según el Times, los 40.000 millones de dólares. En segundo término, las agencias privadas de relaciones públicas encargadas de los montajes más espectaculares. Entre ellas, la de John W. Rendon, especializada desde la primera guerra del Golfo en la acogida de las tropas liberadoras norteamericanas, contratando personas enarbolando banderas estadounidenses, aplaudiendo el derribo de la estatua de Sadam, etc. A Rendon, que ha suscrito casi siempre sus contratos con la CIA, se deben todos los vídeos y cómics tan ampliamente difundidos en 2001 y 2002 para ridiculizar a Sadam, así como la exposición itinerante de fotografías con los desmanes iraquíes. Aunque tal vez su contribución mayor desde 1992 haya consistido en el lanzamiento internacional del iraquí Ahmed Chalabi, el amigo de Paul Wolfowitz, y la creación del Congreso Nacional Iraquí. Otras grandes agencias han sido Benador Associates, Hill and Knowlton, una de las mayores del mundo, etc., a quienes se deben la producción y / o difusión de esa otra realidad favorable a la guerra a que me he referido antes. Claro que no todas han salido bien. Por ejemplo, el pretendido encuentro en Praga de Mohamed Atta y un enviado de Sadam Husein que estuvo dando vueltas en la esfera mediática hasta que Havel lo desmontó en unas rotundas declaraciones. Pero nada tan ejemplar como el Informe sobre Irak que Colin Powell presentó el 5 de febrero de 2003 en el Consejo de Seguridad, elaborado, según él, por los servicios británicos de espionaje y que demostraban la necesidad de la guerra de Irak. Pocos meses después se supo que había sido redactado por los ayudantes de Alistair Campbell, director de comunicación de Tony Blair, copiando 16 de sus 19 páginas, con errores gramaticales y ortográficos incluidos, de dos trabajos universitarios, uno de Ibrahim al Marashi publicado en 2002 en la Middle East Review of International Affairs, y otro de Ken Gause y Sean Boyne que apareció en la Jane's Intelligence Review, también de 2002, ambos en Internet. Pero esta adhesión masiva a la falsedad no hubiera cabido sin el martilleo periodístico y televisivo en el que Fox News, Clear Channel y los medios de Murdock, cuya audiencia sigue justificando la guerra en un porcentaje de más del 80%, se llevan la palma.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de abril de 2004