El OAM trío tiene nombre de mantra, pero sus componentes no necesitan prolegómenos para alcanzar la concentración; comparten un mundo propio que no se sabe cuánto tiempo les habrá costado crear, aunque se sospecha que han debido de trabajar laborables y festivos. Su compenetración, rozando el absoluto, suena a tarea ambiciosa, y su sentido del desarrollo conjunto de las piezas hace que los clímax lleguen al público con discreción nunca forzada.
Ya el disco de estreno de Omer Avital, contrabajista israelí a quien podría asignarse la jefatura nominal del grupo, reflejaba en su estreno discográfico, Third world love songs, su propósito de integración cultural, constante refrendada en subsiguientes trabajos, ya como OAM trío (Trilingual, 1999, y Flow, 2000). En ambos se diserta sobre la individualidad, pero también del fluir conjunto. Amparados en este código ético, en Calle 54 reunieron temas de neta influencia judía con canciones de Jobim (Inútil paisagem) y Stevie Wonder (You are the sunshine of my life).
OAM trío
Omer Avital (contrabajo), Aaron Goldberg (piano) y Marc Miralta (batería y percusión). Calle 54. Madrid. 2 y 3 de abril.
Para el OAM, cuyo origen se encuentra en el neoyorquino club Small's, no vale el consabido y jerárquico orden de solos. Cada miembro tiene derecho -incluso obligación- de rellenar huecos, repostar el depósito de combustible temático y de utilizarlo en beneficio del grupo, lo que no impide que las alas a los solistas se desplieguen. Marc Miralta demostró que se le van quedando estrechos los laureles que le señalan como uno de los mejores baterías europeos, y el pianista Aarón Goldberg hizo honor a su apellido haciendo variaciones sorprendentes, suaves madejas armónico-rítmico-melódicas.
Avital también hizo alguna travesura con las tres notas sagradas del coltraniano A love supreme. El hombre de la larga melena rizada animó a que el silencio, como un huésped inesperado pero bienvenido, desempeñase un papel decisivo en el diálogo a tres voces. En realidad, todas las piezas fueron expuestas con el primor de una tarta de boda y pudieron leerse con la facilidad de un tebeo. Simples espejismos, porque la música del OAM trío jamás empalagó y contó historias propias de una gran novela.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de abril de 2004