Los largos atascos de salida que sufrieron los automovilistas en las primeras horas del éxodo vacacional se tradujeron ayer tarde en un Madrid de aspecto fantasmagórico. Conducir por la capital vacía se convirtió en algunos casos en una especie de travesía por el desierto. En la imagen, el puente de Raimundo Fernández Villaverde sobre el paseo de la Castellana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de abril de 2004