Si los ciudadanos se manifiestan en Leganés a favor de la paz, es evidente que están en contra del terrorismo, la guerra y toda clase de violencia. Sin embargo, para el PP esta forma de expresarse es una forma partidista.
Es evidente que a la señora [Esperanza] Aguirre le molesta el persistente No a la guerra y, como consecuencia, el no a la ocupación y el inmediato regreso de los soldados a España. Es imposible, para la inmensa mayoría de los ciudadanos, separar estos conceptos. Sólo el interés partidista puede separarlos.
Aquí está el dilema de los dirigentes y seguidores de la derecha más añeja. No obstante, el PP está aparentemente convencido de que la guerra de Irak es legalmente justa, la participación española sólo humanitaria y la permanencia de nuestros soldados se debe a la reconstrucción de un país liberado. Si esto fuera verdad, la política del señor Aznar en estos episodios estaría cargada de una ética que no solamente honraría al PP, sino a España entera. Bastaría con cambiar de signo el eslogan: Sí a esta guerra. ¿Cuántos dirigentes y seguidores del PP estarían dispuestos a salir a la calle a defender la guerra de Irak? ¿Quiénes en la derecha tendrían el valor de defender en la calle lo que Ana Palacio ha sido capaz de mantener ante la ONU y EE UU? ¿Los ciudadanos de la segunda manifestación han sido más pacifistas que los primeros? Las dos Españas están servidas... Muchas gracias, señor Aznar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de abril de 2004