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COLUMNA

Insurrección

La sangre se abre paso entre imágenes de su representación religiosa y procesional. El auténtico horror supera en televisión cualquier puesta en escena penitencial. Y toma cuerpo la revuelta. En Semana Santa, la violencia adopta entre el Tigris y el Éufrates la forma de la insurrección. Tal vez exagera el diario francés Libération cuando proclama "la tercera guerra de Irak", pero es evidente que, pese al administrador estadounidense, Paul Bremer, la coalición se enfrenta a algo más que "una milicia ilegal". Primero fueron los chiíes, como en 1991, cuando Sadam Husein sofocó su revuelta tras ser derrotado en Kuwait; después los suníes; ahora los choques se extienden por Bagdad. "Hemos de resistir en un refugio seguro, pero todos son atacados", reza una crónica sobre las tropas británicas que publica The Guardian a toda página. Abre The Washington Post a cuatro columnas con la advertencia de los marines que salen a patrullar: "Acechan francotiradores en todos los minaretes". "Infeliz aniversario", lamenta el Philadelphia Daily News con la expresiva fotografía de un soldado que se encarama, en el mismo pedestal del que hace un año derribaron los ocupantes al tirano Husein, para retirar carteles del líder radical Muqtada al Sáder que han colgado los insurgentes. Cuerpos descuartizados de mercenarios y cadáveres de niños en las calles de Faluya, fuego, humo y devastación. El presidente Bush y sus ideólogos, Wolfowich, Perle, Kagan, Rumsfeld..., tenían hace doce meses, a espaldas de la ONU y de la legalidad internacional, un plan para reordenar Oriente Medio con la enfática ayuda de Dios. Hoy se enfrentan atónitos a una insurrección en el nombre de Dios. La historia les juzgará, como ya empieza a hacerlo la opinión pública. "Un año de errores", escribe un columnista de La Stampa de Turín. "Buena Pascua sin alegría" titula otro del Corriere della Sera bajo el impacto de la noticia de cuatro italianos secuestrados. Hace el senador Kennedy una analogía de Irak con Vietnam y el periódico francés Le Figaro habla de "la espiral infernal". En el infierno de esa espiral, entre Diwaniya y Nayaf, están atrapadas unas tropas españolas que la gente quiere ver regresar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de abril de 2004