Cuarenta años de lucha armada y mira como estamos. Veinticinco años de
democracia y fíjate... Parece como si nada hubiera cambiado. Vasco-franceses sin representación institucional propia. Vasco-españoles divididos en dos comunidades, una que se cree la voz de todo un pueblo y otra que reniega de su identidad vasca... ¡Menudo panorama! Y mientras el pueblo vasco sufre en silencio, los dirigentes políticos se declaran dialogantes, pacíficos y demócratas.
¿Y si probáramos a reunirlos a todos? Y si permanecieran juntos el tiempo que fuera necesario... ¿De qué hablarían? O mejor, ¿Qué tal si empezaran por escucharse?
Reconociendo a todas las partes y respetando los diferentes planes para un mismo sujeto. Implicando a instituciones públicas, agentes sociales, culturales y económicos. Consultando al conjunto de la ciudadanía vasca para que exprese su voluntad plural, y decida libre y democráticamente su futuro ¿Cuántos años más de negación y sufrimiento serán necesarios?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de abril de 2004