Pase que en una piscina municipal como la Piscina Valencia haya anuncios que explota la empresa concesionaria; que exista una calle exclusiva para socios u horarios en que, en un recinto público, no se pueda acceder a nadar libremente porque están todos los carriles ocupados por cursillos... Lo que colma el vaso es que, en un recinto que no destaca por su higiene, cuando he ido a nadar hoy, sábado, me he encontrado en las taquillas con unos bichos con un parecido enorme a las cucarachas. Y no he sido el único. Estas no son condiciones de mantener unas instalaciones públicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de abril de 2004