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El teólogo Miret Magdalena aboga por una asignatura de ética en vez de una de religión

A sus 90 años, el teólogo Enrique Miret Magdalena encuentra motivos cada mañana para levantarse con ánimo y hacer sus ejercicios de yoga porque, tal y como reza el título de su último libro, presentado ayer en Madrid, La vida merece la pena ser vivida (Espasa Calpe). En él, Miret invita "a la reflexión sobre lo esencial de la vida del ser humano".

Flanqueado por Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco, y por la periodista Concha García Campoy, Miret Magdalena se mostró muy crítico con la enseñanza religiosa en la escuela y abogó por "una ética para todos" más que por una asignatura de religión obligatoria: "La obligatoriedad de la educación religiosa del franquismo trajo el resentimiento actual".

Miret presenta este libro (que según García Campoy tiene algo de guía para la vida), en una época "abrumada" por las "nuevas posibilidades procuradas al ser humano por la técnica"; una época que Miret llama transmodernidad: "Frente a la razón demasiado fría de la modernidad, la globalización socialmente injusta nos está llevando a una postmodernidad que es pensamiento y sentimiento débil".

Este intelectual, primer seglar que preside la progresista Asociación de Teólogos Juan XXIII, opina que ahora imperan una "filosofía pecuniaria y un método clasificatorio". Lo primero, porque "nos quieren hacer creer que manda el mercado" -recordó Mayor Zaragoza-, y lo segundo, dijo Miret recordando al psicólogo Piaget, porque "hay personas que todo lo clasifican bueno o malo, igual que hacen los niños hasta los siete años; lo bueno no está ni en un lado u otro, sino en los dos", añadió Miret, que se declaró un "católico agnóstico, como me enseñaron los cristianos españoles del Siglo de Oro".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de abril de 2004