Hace poco más de un año, tras unas intensas semanas de protestas, corríamos atravesando la plaza de Colón de Madrid para evitar ser "disueltos" por manifestarnos contra la guerra. A partir de aquel entonces sufrimos de un desencanto y una falta de esperanza todos aquellos que gritamos "no a la guerra". Fueron unos meses oscuros pero llegué a pensar, quizá con más ingenuidad e ilusión que con visión real de futuro, que algún día volvería a surgir el grito.
Hoy vemos que la primera decisión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero nos da la razón a las millones de voces que gritamos hace más de un año. Gracias, no sólo por haber hecho valer la voluntad de un pueblo, sino también por retirarnos de esta guerra injusta y mentirosa. Gracias por cargarnos de razón frente a aquellos que decían que la guerra era inevitable, por negar a quien afirmaba que ya no se podía dar marcha atrás.
Pero sobre todo gracias por devolvernos la ilusión de que vale la pena protestar en la calle, que el esfuerzo no es en balde. Hace un año estuvimos muchos a punto de perderla, ahora renovamos esperanzas sabiendo que nuestra voz puede cambiar el mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de abril de 2004