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Crítica:CLÁSICA

La mejor celebración

Desde 1973, la Academia de St. Martin in the Fields nos visita con asiduidad, especialmente dentro de los ciclos de Ibermúsica. Esta vez, su presencia entre nosotros tiene carácter de homenaje a su fundador en 1959, sir Neville Marriner (Lincoln, abril 1924) en la fecha de su ochenta aniversario. Como en otras ocasiones, viene con la formación londinense un solista de cinco estrellas como es el pianista rumano Radu Lupe (Galati, 1945) para protagonizar el Concierto en re menor de Brahms, estrenado en 1859. Por los valores de la partitura y los de sus intérpretes, esta música, tan intensamente programada, parece siempre nueva. La preciosa técnica de Lupe, su comunicación, su introspección, su toque incisivo aun en los pianísimos y poético hasta la sutileza incluso en los fortísimos, no es que nos prendan sino que literalmente nos encantan, más si la colaboración de un maestro como Marriner y la categoría de los instrumentalistas se sitúan, en plena coherencia, al nivel ideológico y expresivo del solista.

Academy of St. Martin in the Fields

Director: Neville Marriner; solista: Radu Lupe, pianista. Obras de Brahms y Schönberg. Ciclo Orquestas del Mundo. Auditorio Nacional, Madrid, 26 de abril.

También de Brahms, pero pasado por la colaboración genial de Arnold Schönberg, constituyó una maravilla la versión orquestal del Cuarteto con piano en sol menor, de 1861, una de las invenciones favoritas entre cuantas enriquecieron los géneros de cámara con el atardecer del romanticismo. Si la partitura original es apasionante, la traslación orquestal, verdadera recreación, de Schönberg no queda a la zaga. Y es que, desde el primer movimiento hasta el sorprendente final, casi una rapsodia a la húngara, encierra tal cúmulo de bellas sugerencias que su transcriptor supo recoger en la nueva forma sinfónica desde la doble óptica de la fidelidad al espíritu y la libre creatividad.

Como la interpretación de Marriner y su Academia tuvo esplendores inolvidables, la audiencia respondió cumplidamente y Sir Neville Marriner, octogenario desde hace unos días, pudo celebrar la fecha de la manera más idónea para un gran maestro: entre alta música y admiración entrañable.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de abril de 2004