Las mentiras tienden a arroparse en imperativos categóricos: arrebatado por su deseo, el falsario es el primer convencido de lo que inventa. Oía ayer al Parlamento y encontraba esos imperativos. Cuando leí los diarios, me inquieté más. Se trata de saber qué razones hubo para enviar tropas a Irak y para retirarlas; qué relación tuvo la decisión con el asalto a Madrid por guerrilleros islámicos, y si la retirada del cuerpo expedicionario se relaciona con sus descargas contra los iraquíes, con el resultado de que los muertos sólo son del otro bando. Y si ello puede influir en la retirada. Más grave es asegurar cómo ha pesado el ataque a Madrid en las elecciones: los categóricos dicen que la caída de un partido y el ascenso de otro se deben a él. ¿Cómo lo saben? Ítem más, sacan de esa generalidad las falsedades del Gobierno, por propia mentira o error en la información. Si yo dijera que al verse engañados crearon un motín de votantes, sería sobre bases objetivas apreciadas la víspera de la urna; el partido perdedor se eximió porque la santa ira de la derrota le hizo buscar canallas viles que usan de malas artes: grupos de presión, poderes fácticos, conjuras. De donde deducen servicios al terrorismo, palabra de piedra de abraxas ante lo que hay que callar y humillarse. Partiendo de que el terrorismo ha de tomarse como Único. Con mayúsculas: el Malo. Préstamos de la religión de cabecera. Va teniendo menos uso, o dan un poco de risa -"el Eje del Mal", Bush-, pero meten en la mente en forma de palabras simples. Ejemplo, no se puede decir que los que se hicieron volar en Leganés se "inmolaron", porque tiene un aspecto meliorativo -sacrificar la vida por una causa mejor, que es exactamente lo que hicieron, porque en ese acto sólo vale la opinión del mártir-; como decir que quienes murieron en la emboscada a nuestros soldados eran "insurgentes" o "rebeldes"; "milicianos", "terroristas"; suavemente, guerrilleros.
(¿Es justo añadir títulos a la firma de articulistas no profesionales? ¿No añade valores generales a la voz de una persona, y falso valor académico a su imperativo categórico? ¿Sería mejor poner "no periodista" para explicar que no tiene las obligaciones de relatividad supuestas en nuestra profesión?).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de abril de 2004