El martes se publicaban los resultados de una encuesta según la cual la inseguridad ciudadana ha bajado en Barcelona. El día anterior, se había publicado que la policía no había detenido a cinco cabezas rapadas que habían agredido a una pareja de homosexuales en la estación de RENFE del paseo de Gràcia de Barcelona. No los detuvieron porque las lesiones eran leves, aunque después resultaron ser graves.
Por lo visto, no es suficiente que te den una paliza y te insulten. Para que los responsables sean detenidos, es necesario dejarse casi matar.
La policía debe proteger a los ciudadanos, y ello no se consigue si se deja en libertad a los culpables. Tengo que felicitar también a los testigos, que no fueron capaces ni de colaborar con la policía. Una verdadera muestra de civismo y solidaridad. A menudo me siento orgulloso de vivir en Barcelona, otras veces siento vergüenza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de abril de 2004