Las familias de los tres rehenes italianos secuestrados en Irak se manifestarán hoy en Roma. Desfilarán bajo la bandera de la paz y reclamando, de forma genérica, el fin de las guerras. Esperan que eso sirva para satisfacer la exigencia de los secuestradores, que el lunes dijeron que liberarían a los tres hombres si en el plazo de cinco días se realizaba en la capital de Italia una marcha masiva a favor de la retirada de las tropas italianas y contra la política exterior de Berlusconi.
¿Cuántos ciudadanos se sumarán a la manifestación? Esa era ayer la pregunta que se hacía toda la clase política. Se trataba de un acto de iniciativa privada, del que los partidos estaban excluidos, y de ahí su validez como indicador de los sentimientos populares. Sólo algunos grupos pacifistas, el grupo radical Desobedientes y, hasta cierto punto, Los Verdes, se adhirieron formalmente a la convocatoria de las familias de Umberto Cupertino, Maurizio Agliana y Salvatore Stefio, los guardaespaldas retenidos por un grupo autodenominado Brigadas Verdes de Mahoma.
La manifestación, que recorrerá la breve distancia entre el castillo de Sant'Angelo y la plaza de San Pedro, podría ser numerosa. Los Desobedientes anunciaron ayer que fletarán un tren especial desde Nápoles. Y en diversas ciudades se preparaban expediciones para acudir a Roma. Los sindicatos, sin implicarse directamente, favorecerán la asistencia.
El Vaticano, punto final de la marcha, no quiso adoptar una posición oficial. Un portavoz se limitó a expresar la "comprensión" de la Iglesia católica ante la iniciativa de las familias. La oposición de centroizquierda utilizó también el término "comprensión" y subrayó que sumarse a la manifestación suponía una opción personal y "humanitaria", y no una rendición ante los secuestradores. Incluso Forza Italia y Alianza Nacional tuvieron palabras benignas. Sólo la Liga Norte rechazó frontalmente la manifestación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de abril de 2004