Quería rendir un homenaje al país en el que nací y creo que en el fondo ésa fue la razón que me llevó a rodar Zamán, el hombre de los juncos". Quien así habla es Amer Alwan, de 47 años, director de la película rodada en Irak meses antes de la invasión americana. El director presentó esta semana en Madrid el filme, premiado en el pasado Festival de San Sebastián, que se estrena hoy en España y que concursará en la sección oficial del Festival de Tribeca de Nueva York. "El actor protagonista, Sami Kaftan, quiere poner unas flores en la zona cero y confío en que el pueblo americano sea receptivo a este mensaje de amor", indicó el realizador.
Amer Alwan lleva 20 años fuera de Irak y no había vuelto a su país hasta enero de 2003 cuando decidió rodar Zamán, el hombre de los juncos. Las dificultades que existen en ese país le obligaron a filmar en vídeo -el negativo cinematográfico está prohibido en Irak desde que la ONU y EE UU decretaron el embargo contra ese país, por considerar que la película virgen es material químico susceptible de ser utilizado como armas-.
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"Cuando me fui de Irak era un país idílico, y cuando volví para rodar me enfrenté a un lugar destrozado, feo, pero sus gentes conservaban su belleza interior intacta. Allí me reencontré con mi familia. Quise hacer la película para recuperar ese Irak idílico y para rendir homenaje a un país herido por 30 años de dictadura, 15 de embargo y tres cruentas guerras", Alwan describe con estas palabras su abandono y regreso a Irak.
Zamán, el hombre de los juncos narra la historia de un hombre mayor que habita en el sur de Irak, en las marismas situadas entre el Tigris y el Éufrates, un lugar paradisíaco a punto de desaparecer. La vida allí es tranquila, hasta que la mujer de Zamán cae enferma. Será entonces cuando él inicie un viaje que le llevará hasta Bagdad, para encontrar la medicina que el doctor ha recetado a su esposa. Zamán representa al padre del director y el niño que aparece en la película muestra parte de la infancia del realizador. Alwan muestra un Bagdad sucio y feo en el que la tristeza que suele producir la pobreza se refleja en los rostros de los hombres y mujeres que aparecen en la pantalla.
Zamán, el hombre de los juncos es la única película profesional hecha en Irak en los últimos 15 años. "El cine iraquí está muy herido y espero que la película pueda verse algún día en mi país, en el que todavía hoy está prohibida", indica el realizador.
Alwan alaba la decisión del Gobierno español de retirar las tropas de Irak . "Yo nací en Babilonia, cerca de donde están destacadas las tropas españolas en Irak. La decisión de retirar a los soldados me parece que honra a España porque es más difícil hacer la paz que la guerra. Me gustaría que los soldados que vuelven de Irak vieran mi película".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de abril de 2004