A marchas forzadas. El repliegue de las tropas españolas de Irak -siempre pendientes del hostigamiento a que están sometidas por los insurgentes iraquíes- exige un trabajo incesante para dejar la base a los soldados estadounidenses en la mejor situación posible. Uno de los aspectos relevantes de esta retirada es la formación que venían recibiendo los iraquíes del Cuerpo de Defensa Civil para hacerse cargo en el futuro de la seguridad del país. 650 han concluido la instrucción en las instalaciones de Diwaniya y comienzan a ejecutar ciertas labores conjuntas.
El capitán Pereyra asegura que los iraquíes patrullan ya con los españoles. Han recibido cursillos, entre otras materias, sobre trámites administrativos y contabilidad, además de la formación castrense. "No están acostumbrados al papeleo", destaca Pereyra. Ayer, el comandante José Pérez Recena, de 54 años -36 en las fuerzas armadas; todos menos tres en la Legión-, se afanaba por ayudarles a organizar un puesto de control en una de las entradas de la base. No oculta que restan bastantes cosas por pulir.
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El batallón iraquí, mandado desde hace cinco meses por el teniente coronel Saadi Saleh Almaliki, encarcelado por el régimen de Sadam Husein, copia los métodos y sistemas empleados por la Legión. Hasta el punto de que va a adoptar una costumbre inédita en las fuerzas armadas iraquíes. Como mascota tendrá un borrego, al que también se está adiestrando y al que se construye una caseta. Saleh Almaliki explicaba ayer que está dispuesto a trabajar "con el diablo" para mejorar el país, "pero quiero hablar con Zapatero", añadió entre sonrisas, "para que se queden los españoles".
No ha habido deserciones
Los mandos españoles se muestran especialmente satisfechos por el hecho de que en el grupo iraquí entrenado por ellos "no se han producido deserciones", que sí han sido masivas en otras ciudades iraquíes como Nayaf. En esta ciudad santa del chiísmo, la inmensa mayoría abandonaron sus puestos después de que el 4 de abril el líder religioso radical Múqtada el Sáder llamara a la rebelión contra las tropas ocupantes. Aunque también apuntan motivos que explican la diferente actitud de los soldados iraquíes en ambas ciudades.
"En Nayaf existe una enorme presión popular, que no se produce aquí", afirma el capitán Pereyra. No en vano Nayaf -situada 170 kilómetros al sur de Bagdad y en la que se halla el mausoleo del imam Alí, fundador del chiísmo- está tomada por los leales de Múqtada al Sáder, el Ejército del Mahdi, y cercada por los militares estadounidenses. Pérez Recena destaca orgulloso que los reclutas iraquíes ya han causado bajas a la milicia del Mahdi.
"Hemos hecho guardias juntos, también hemos hecho bromas juntos y aprendido los números en árabe y en español juntos", concluye Pereyra, que ya no podrá avanzar mucho más en su muy precario aprendizaje de árabe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de abril de 2004