No será sin alivio como gran número de ciclistas del mundo reciban la noticia de que Alejandro Valverde se toma desde hoy 15 días de vacaciones y de que no volverá a competir hasta dentro de mes y medio, hasta el 16 de junio, cuando comienza la Volta a Catalunya, porque tal como marchaba el año, carrera en la que participaba el ciclista murciano, carrera en la que la mayoría de los rivales sólo podían aspirar a quedar segundos.
Para todos aquellos a quienes las leyendas de los tiempos de Eddy Merckx, El caníbal que esprintaba hasta en las pancartas publicitarias, parecían exageraciones de exégetas con demasiado tiempo libre, ahí va una muestra de cómo debían sentirse sus rivales. Cumplida sólo la tercera parte de la temporada, Valverde, que hace una semana cumplió 24 años, ha logrado ya 10 victorias: dos vueltas (Murcia y Valencia), dos carreras de un día y seis etapas varias, las tres últimas logradas de una tacada, una tras otra, sprints y llegada al terrible puerto del Morredero, de viernes a domingo, en la Vuelta a Castilla y León. Y perdió la general, ganada por Koldo Gil (Liberty), en la contrarreloj por equipos.
Diez victorias, que le convierten en el ciclista más laureado en lo que va de temporada, conseguidas en 31 días de competición, un porcentaje que convierte a Valverde en el único activo pujante en el equipo Comunidad Valenciana-Kelme, un conjunto asediado por las denuncias de prácticas ilícitas y dopantes y por la falta de liquidez económica, y también un porcentaje que le permite a Valverde, subcampeón mundial en Hamilton 2003, exclamar, ingenuamente: "Yo mismo me sigo sorprendiendo de mí mismo, pero qué le vamos a hacer".
Tanta euforia, tanta borrachera triunfal, tiene, sin embargo, como reconoce el propio Valverde, un pequeño pero: debido a sus problemas económicos, el Comunidad Valenciana-Kelme, y con él Valverde, no ha podido participar en las mejores carreras del calendario, en las pruebas de Copa del Mundo o en las mejores vueltas. No se ha podido ver, por ejemplo, un duelo Valverde-Rebellin, el italiano rey de las Ardenas, o Valverde-Vinokurov, el ruso que más corre, o Valverde-Hamilton, el norteamericano que acaba de triunfar en la Vuelta a Romandía. "Es difícil ganar hasta la carrera del pavo", dice Valverde, "pero, por ejemplo, en la Castilla y León no había el nivel de la Vuelta al País Vasco".
Donde sí lo habrá, y multiplicado por diez, será en la prueba olímpica de Atenas, en agosto, que es, por si alguien no lo sabía, el gran objetivo de Valverde, la carrera en la que podrá obtener la gloria incontestable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de mayo de 2004