Eran años de perfil bajo para Joyce en Brasil cuando la llamaron de Japón para una gira y llegó la oferta de grabar para un sello londinense: habían comprobado con asombro el éxito de grabaciones suyas añejas en las pistas de baile inglesas del acid-jazz. De ahí The band on the wall. Aquella muchacha que llegó a actuar con Vinicius de Moraes se quedó sola con su guitarra y cantó a Jobim (Aguas de marzo) y una de sus propias canciones de los años ochenta (Monsieur Binot). La acompañaban tres músicos de plena solvencia con los que se compenetra como uno más y con los que se lanzó hacia la gafieira, música carioca de baile con influencia de samba y jazz, que permite el juego de cintura en improvisaciones con citas de clásicos norteamericanos o brasileños.
Joyce
Joyce (voz y guitarra), Tutty Moreno (batería), Rodolfo Stroeter (bajo) y Teco Cardoso (flautas y saxo). Calle 54. Madrid, 1 de mayo.
Joyce no sólo canta con voz reconocible. Sus composiciones las han grabado desde Elis Regina hasta Milton Nascimento. Comenzó a componer cuando el único papel de una mujer en la música brasileña era ponerle voz a canciones de otros. Y escribió temas como Feminina, que cuenta cosas desde el punto de vista de una joven. Lleva 40 años en la carretera, sin hacer concesiones, con una dignidad y una personalidad encomiables.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de mayo de 2004