Una noticia en la sección Cultura -ironía digna de celebrar- (EL PAÍS, 2-5-2004, página 40) informa de que el cabildo de la catedral de Santiago de Compostela ha decidido retirar la talla policromada del siglo XVIII, de José Gambino, que representa al apóstol Santiago Matamoros "para no herir sensibilidades de otras etnias". Veamos: exactamente, ¿a cuál de las numerosas etnias musulmanas se refiere el cabildo? No olvidemos que, relegados a la historia los almorávides, ningún pueblo musulmán actual acepta el término moro, por lo que difícilmente puede identificarse con él.
Propongo ser benevolentes ante la indigencia cultural que supone reducir a tan impreciso aspecto étnico la llamada Reconquista, ocho largos siglos de guerras, como todas ellas por motivos políticos y económicos, disfrazados con pretextos religioso-culturales (¿les suena actual?); y siguiendo tan prodigioso ejemplo de decrepitud intelectual, adoptemos resueltamente el esperpento: procedamos con entusiasmo a retirar -¿o, casi mejor, quemar?- todas las muestras de arte (preferiblemente religioso, pero no sólo éste) que puedan herir sensibilidades, étnicas, religiosas, políticas... Los fusilamientos del 2 de Mayo, precisamente, pueden resultar ofensivos -o de mal gusto- para nuestros recién recuperados amigos franceses. Por no hablar del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, testimonio perenne de una sangrienta y victoriosa batalla contra nuestros mismos vecinos-hermanos franceses. ¿Y hasta cuándo exhibiremos, tan ufanos, esa abusiva muestra de prepotencia, ese enorme cuadro, ofensivo ya sólo por el tamaño, que muestra a un humillado antiguo enemigo -hoy, el mismísimo corazón de Europa- entregando las llaves de su derrotada ciudad a un engreído y victorioso español: La rendición de Breda, el famoso -¿infame?- 'cuadro de las lanzas' de Velázquez? Y, ya puestos en la incoherente senda de la coherencia total, habrá que cambiar con urgencia tantos nombres ofensivos de calles, pueblos, ciudades y parajes que conmemoran desgraciados, y felizmente superados, enfrentamientos con "otras etnias": La Matanza, Rincón de la Victoria... En fin, penoso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de mayo de 2004