Indiferencia, cuando no rotundo rechazo. El esfuerzo del presidente George W. Bush -que concedió anteayer dos entrevistas a televisiones árabes para lavar la imagen de sus tropas y de EE UU en el mundo árabe, una vez desatado el escándalo de las torturas cometidas por soldados norteamericanos en las cárceles iraquíes- ha sido baldío. Los medios de comunicación, los analistas y la gente en la calle le echan en cara que no pidiera perdón. Y consideran un sarcasmo la promesa de Bush de que se hará justicia con los responsables. "¿Qué justicia, la de Guantánamo?", ironizaba ayer un ciudadano de la capital de Kuwait.
La frustración no deja excepción a la regla. El diario kuwaití Arab Times titulaba en primera página: "Abominable..., pero sin pedir perdón". La cadena Al Yazira, radicada en Qatar y que emplea el discurso más incendiario contra Washington, apuntaba el fracaso del mandatario estadounidense por recabar la comprensión de los árabes. "Bush ha fracasado en su intento de ganar popularidad". Y el diario The Daily Star, encartado en The Herald Tribune, abría así su edición: "Bush no convence a los escépticos". Y resaltaba la ausencia de disculpas por las barbaridades cometidas con muchos presos iraquíes.
"Es imposible para Bush satisfacer a los árabes con unas pocas palabras. Una entrevista no puede cambiar la realidad sobre el terreno", comentaba a ese rotativo un palestino afincado en un campo de refugiados jordano. "Palabras, sólo palabras", aseguró un policía iraquí. Otro ciudadano bagdadí comentó que, cuando aparece el presidente norteamericano en la pantalla, cambia de canal. "Sólo dice cosas sin sentido", añadió a Al Yazira, que goza de amplia audiencia en los Estados de Oriente Próximo. No faltaban los que, para otorgar cierta credibilidad al presidente de EE UU, pedían el cielo. "No es suficiente que Bush muestre indignación. Lo que debe hacer es retirar sus tropas, confesar la terrible injusticia que han cometido en Irak y pedir disculpas públicamente".
Incredulidad
Preguntados varios ciudadanos ayer en la calle y en tiendas de la ciudad de Kuwait, todos coincidían en sus apreciaciones sobre la comparecencia televisiva. Aludían a Guantánamo para poner en solfa los valores de EE UU esgrimidos por Bush en sus entrevistas. "¿Cómo vamos a creer en su promesa de que los soldados que han torturado a los iraquíes serán condenados como merecen?", clamó uno de ellos ante el asentimiento general.
Los gobernantes de Oriente Próximo no echaron un capote, porque es imposible que dicho respaldo hubiera recibido buena acogida entre sus súbditos, que muestran una creciente indignación por el apoyo sin condiciones a las iniciativas del Gobierno israelí en los territorios ocupados de Palestina. A mediados de abril, el rey Abdalá de Jordania (de visita oficial ayer en Washington) y el presidente egipcio, Hosni Mubarak, advertían de que el nivel de odio contra EE UU que observan en el mundo árabe alcanza cotas no conocidas hasta la fecha.
El editorial del diario Al Quds Al Arabi, editado en Londres, subrayaba que, tras difundirse las fotografías de los prisioneros torturados, Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda, "debe ser la persona más feliz del mundo porque le proporciona argumentos para movilizar a los jóvenes más frustrados". Y son legión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de mayo de 2004