Vladímir Putin juró ayer por segunda vez como presidente, al tomar posesión de la jefatura del Estado ruso en una pomposa ceremonia celebrada en el Kremlin con la asistencia de toda la jet-set de la política nacional. El gran ausente fue Borís Yeltsin, el antiguo presidente que el último día de 1999 regaló al ex espía del KGB la presidencia del país. Yeltsin se quedó ayer en su residencia en las afueras de Moscú, porque estaba con bronquitis y los médicos le recomendaron no salir de casa. Su esposa Naína lo representó en el Kremlin, en un lugar de honor junto al primer ministro, Mijaíl Fradkov.
Putin, de 51 años, pronunció ante los 1.700 invitados un breve discurso patriótico -de tinte nacionalista, para algunos observadores- en el que pidió a sus conciudadanos que le ayuden a "confirmar la grandeza" de Rusia. "Juntos hemos logrado mucho, y lo hemos conseguido con nuestro esfuerzo. Nosotros mismos conseguimos un alto ritmo de desarrollo de nuestra economía y superamos un difícil enfrentamiento ideológico. Ahora nos estamos convirtiendo en una nación unida", señaló el presidente, que fue reelegido en marzo con el 71% de los votos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de mayo de 2004