Echando una hojeada al nuevo libro de Aznar, encuentro dos frases, en párrafos seguidos, que me parecen excepcionales: "El mayor problema de los liderazgos no es que se escuche poco a la gente", dice una; y luego: "Durante la guerra de Irak yo hice lo que creí que tenía que hacer".
Son excepcionales porque reflejan la actitud de los políticos actuales frente al mundo. ¿No son ellos los representantes del pueblo?, ¿vale una sola persona para decidir la muerte de otros, incluso sólo para tomar nimias decisiones?
Tiro estas preguntas a ver si alguien las atrapa y continúa, en un ejercicio de pensamiento al que no estamos habituados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de mayo de 2004