Llegó Paquito con su panamá y su clarinete, cargado de Gershwin y Lecuona. Se pasó al saxo alto y, sorprendentemente, no dijo ni pío hasta el cuarto número. A partir de ahí sí, caballeros, fue el Paquito chistoso, guasón y verborreico que todos conocemos. Hasta comentó que echaba de menos en la carta del local el arroz con fríjoles negros: ese que le prepara su madre y que doña Maura usó como señuelo para que acudiera a su casa a conocer a Nerza y Trinidad.
¿Quiénes son esas viejas?, asegura que le han preguntado al ver a las hermanas Márquez. Su respuesta es que son la "hostia". Y se ha convertido en el valedor de estas dos "chicas" cubanas. Las hermanas Márquez, que compartieron escenarios con Josephine Baker o Los Chavales de España -eran entonces un trío, ya que estaba Cusa-, viven desde los años cincuenta en Nueva York y se las considera precursoras de las Andrew Sisters. En los últimos lustros se han dedicado a alegrar fiestas privadas y hacía cuatro décadas que no grababan. Hasta este disco con Paquito, que no perdió ocasión de recomendar su compra.
Hermanas Márquez
Nerza Márquez (voz y maracas), Trini Márquez (voz y guitarra), Paquito D'Rivera (saxo alto y clarinete), Fernando Favier (percusión), Alex Alvear (bajo), David Oquendo (guitarra) y Beatriz Hernández (coros). Calle 54. Madrid, 8 de mayo.
El clarinetista y saxofonista confesó que las Márquez tienen lo que él más admira en Mozart y Dizzy Gillespie: sentido del humor. Llevan en las venas la guaracha, ese género cubano de letras picantes y doble sentido, crítico de costumbres, para el que entre los años treinta y cincuenta no hubo asunto de actualidad que se salvara de sus dardos.
Su presentación en Madrid -nunca habían actuado en España- empezó con A toda Cuba le gusta, una guaracha de Remberto Bécquer, que les permite repetir lo de "por eso me pica aquí y voy a rascarme allá". Y ofrecieron una hilarante interpretación de Esto es felicidad, con el estribillo en inglés. Lo que falla en las articulaciones y las cuerdas vocales se subsana con la experiencia y la gracia. Paquito entraba y salía para poner unas notas de saxo acá y allá, y de paso publicitar el disco con las hermanas Márquez y su primera novela, ¡Oh, La Habana!, con título de rumba y edición española.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de mayo de 2004