Los herbolarios y apicultores celebraron ayer la feria de Sant Ponç, su patrón, pero un hecho tan terrenal como la lluvia impidió repetir la asistencia masiva de visitantes de años anteriores. Pese a ello, los puestos de venta de fruta confitada, miel, hierbas medicinales y aromáticas, mermelada, frutos secos y otras delicias naturales ocuparon la calle del Hospital de Barcelona, en el corazón del barrio del Raval.
Esta feria se celebra desde el siglo XVI y, a pesar de la lluvia, salió adelante un año más. Los visitantes fueron en su mayoría vecinos del Raval, que pudieron curiosear y comprar durante todo el día.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de mayo de 2004