Ahmad Fadel al Jalayleh, más conocido por su nombre de guerra, Abu Musab al Zarqawi, nació en Zarqa, a 30 kilómetros al noreste de Ammán hace 38 años. De ser ciertas las imputaciones de varios servicios de inteligencia occidentales, la macabra hoja de servicios de este terrorista es apabullante.
Combatió en Afganistán contra los soviéticos a finales de los ochenta, antes de regresar a Jordania, donde permaneció siete años en prisión. Y poco después de salir de la cárcel, se fugó del país en 1999. Pende sobre él una condena a muerte por haber planificado varios ataques contra intereses norteamericanos e israelíes.
Viajó a Afganistán en 2000, donde perdió una pierna en un ataque estadounidense. Vinculado por Washington a Al Qaeda (Powell dijo que era el vínculo entre Bin Laden y Sadam), expertos en terrorismo aseguran que, por el contrario, ambos eran rivales. Se le acusa de ser el cerebro de los atentados en Casablanca y Estambul en 2003 y de haber ayudado a los autores del 11-M en Madrid.
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Pero es en Irak donde ha organizado, según los portavoces de la coalición internacional, más de una veintena de atentados, en un intento de provocar una guerra civil entre las comunidades chiíes y suníes. Los analistas subrayan que su origen tribal le ha ayudado a evitar su captura, pese a ser uno de los hombres más buscados del planeta. La tribu de los Bani Hassan está a caballo entre varias fronteras desérticas de países de Oriente Próximo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de mayo de 2004