"El hombre ha de ejercitar su compasión con los animales, pues aquel que se comporta cruelmente con ellos posee asimismo un corazón endurecido para sus congéneres" (Kant).
El príncipe y su novia nos han mostrado su sensibilidad asistiendo, visiblemente complacidos, a una corrida de toros. Es su forma de apoyar esa denigrante práctica.
No nos extrañará, pues, que cualquier día, sus parientes, los de la realeza británica, los inviten a asistir a la caza del zorro, esa presa acorralada y entregada a una jauría de perros enloquecidos que la desgarran y devoran en unos instantes.
La imagen de los futuros Reyes participando en la matanza de animales por pura diversión y aplaudiendo la agónica tortura y muerte de los toros en la Plaza de las Ventas (Monarquía más Fiesta Nacional) resulta demasiado anacronismo junto. El futuro Jefe de un Estado democrático debe guardar más las formas y respetar la sensibilidad de aquellos a quienes representará; y somos muchas las personas que odiamos esas bárbaras tradiciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de mayo de 2004