BERNARDO PÉREZ
Domingo juega sus cartas
Había una gran expectación previa, como en las grandes noches de ópera. En primer lugar, por la presencia de Plácido Domingo, tenor muy querido en su ciudad natal, que simboliza en cierta manera la supervivencia del divismo a la antigua usanza, con todo lo que ello trae consigo, desde la sensación de excepcionalidad artística hasta ese carácter nostálgico de unos valores perdidos o, si se quiere, sustituidos por otros.