El poder y el comercio o, lo que es casi lo mismo, el arte y la navegación, son los dos ejes alrededor de los cuales gira la exposición Mediterraneum. El esplendor del Mediterráneo medieval (siglos XIII-XV), que podrá verse hasta el 27 de septiembre. Se presenta en dos sedes. En el Museo de Historia de Cataluña (MHC) se aborda la parte dedicada al poder a través de una espectacular selección de piezas artísticas y manuscritos entre las que figuran el Corán mongol de Bagdad (1306-1313), el casco del sultán turco Mehmed II el conquistador y, como pieza más destacada, el Retablo de Santa Catalina del cenobio del Monte Sinaí (Egipto), una tabla gótica realizada en la Corona de Aragón que regaló a este monasterio en 1387 el entonces cónsul catalán en Damasco, Bernat Maresa, y que de forma excepcional se ha prestado para esta muestra.
En el Museo Marítimo se explica la parte dedicada al comercio a través de maquetas, objetos y documentos relacionados con los avances en las técnicas de navegación alcanzados en la época, especialmente gracias a la introducción masiva de la vela latina, el timón axial y las cartas marinas. Destaca aquí la Nao de Mataró, un relicario del siglo XV que se conserva en el Museo Marítimo de Rotterdam y que está considerada como la maqueta más antigua que se conoce de una embarcación medieval.
Entre las dos muestras, organizadas por estos centros, el Instituto Europeo del Mediterráneo y el Fórum, se ofrece una visión caleidoscópica de la diversidad de culturas que se entrecruzaban influencias en la Baja Edad Media al tiempo que competían para imponer su religión y su comercio. Uno de los ámbitos, por ejemplo, explica las diversas formas que tomó la representación del poder en el imperio de los mamelucos, asentados en Egipto y Siria; los turcomanos, que acabaron poniendo fin a la época con la toma de Bizancio; la Corona de Aragón, que durante la época extendía su territorio hasta Atenas pasando por Nápoles y Cerdeña; y Venecia, la gran ciudad hegemónica del Mediterráneo gracias a su control de la ruta de Oriente. Un casco de armadura da entrada a cada apartado en el que se incluyen auténticos tesoros que muestran cómo cada cultura pugnaba por tener el mejor y más refinado arte.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de mayo de 2004