"La literatura funciona a ritmo lento, es casi un acto confidencial", reflexionó ayer en voz alta el escritor Antonio Muñoz Molina, que participa en Alicante en sendas jornadas de debate sobre su vida y obra.
El escritor ofreció una rueda de prensa en el Aula de Cultura de la CAM donde esta tarde contestará y valorará los comentarios que Elvira Lindo, Juan Bonilla, Manuel Rodríguez Rivero y Gregorio Salvador hicieron ayer por la tarde, en una mesa redonda que desnudó su obra desde su faceta más íntima hasta sus artículos periodísticos y relatos.
Pero antes de ello, un Muñoz Molina muy discreto analizó el panorama literario actual a requerimiento de los periodistas. "Un libro requiere lentitud, una relación entre lectores", y para ello nada mejor que las librerías.
La venta de libros en masa, títulos y novedades semanales que ofertan los centros comerciales provoca que el libro sea caduco y no perdure en el mercado, dijo Muñoz Molina. "Se publica mucho, quizá demasiado, pero el problema no es sólo ése, sino la desaparición gradual de las librerías a favor de los grandes supermercados donde un libro está poco tiempo en la estantería", agregó.
El autor defendió las librerías porque "uno siempre aspira a escribir cosas que se lean en el futuro", y no depender de los grandes lanzamientos editoriales perecederos.
Además propugnó el mantenimiento del "precio fijo" de los libros como único modo para evitar la desaparición de las pequeñas librerías que, a su juicio, son "el factor determinante" para examinar la "salud" de la literatura.
El escritor jiennense también habló de educación y cultura. Muñoz Molina apostó por crear una formación escolar "sólida" en cuanto a la literatura mediante el cambio del actual sistema a otro en el que se enseñe en las aulas "el amor por la lectura y la expresión escrita".
Y en este análisis sobre el panorama literario contemporáneo hizo una observación: "La cultura española está poco organizada, tenemos un desorden amplio, y esto genera un espacio para sorpresas". Luego comparó esta situación con la que presentan países como Francia, Alemania o Reino Unido, donde librerías, revistas literarias especializadas y el público lector se rigen con unos parámetros más estables.
Muñoz Molina resaltó una virtud de la literatura española: "Nosotros tenemos muchas cosas que contar; a los extranjeros les impresiona la efervescencia de nuestra historia"
El autor de El invierno en Lisboa evitó utilizar calificativos y dijo que no quería mostrarse ni "apocalíptico, ni optimista. La realidad es la que es", pero reconoció que "los que estamos escribiendo ahora somos responsables de la calidad literaria; hay una suerte histórica evidente", ya que según dijo, si Muñoz Molina no hubiera iniciado su carrera cuando lo hizo quizá las circunstancia serían distintas y su realidad literaria diferente
Visitando la exposición que sobre su obra puede visitarse en Alicante, el autor de Úbeda apreció que lleva más de 20 años publicando y pertenece a "la primera generación de escritores que publica en plena democracia". Al rememorar sus inicios recordó otros compañeros como Julio Llamazares, Jesús Ferrero, Luis Landero o Eduardo Mendoza, que publicaron sus primeras obras en aquélla época en la que además de una generación de escritores noveles "irrumpió un gran público lector".
El académico y escritor reconoció haber tenido mucha suerte, pero también gran dedicación. "Creo que la vocación literaria combina el empeño y la dedicación", concluyó este narrador.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de mayo de 2004