Con gorra de béisbol, vaqueros, chaleco de trabajo y botas de montaña, Javier Montemayor se pasea con el aire de un mariscal de campo entre las unidades móviles y remolques que TVE ha desplegado junto a la catedral de La Almudena. Es el orgulloso dueño de la cerradura por la que millones de espectadores se asomarán el próximo sábado al acto que en los últimos años va a concitar, en los 7.000 metros cuadrados de la catedral de Madrid, a más jefes de Estado y de Gobierno, celebridades, autoridades y variados personajes.
Montemayor tiene a su cargo a cerca de 1.000 personas, 27 unidades móviles, un camión grúa de 40 metros de altura, dos helicópteros y unas 200 cámaras. Cualquier otro realizador se tiraría de los pelos si tuviera que luchar con un guión técnico, otro protocolario, otro litúrgico y lo que los expertos llaman un cronograma aproximado; pero él no se queja: "Lo único que no se puede prever es una reacción emocional. Además, no es una película. Si a monseñor Rouco [el cardenal que oficiará la ceremonia] se le va cayendo la mitra durante la lectura, no le puedo decir: 'Oiga pare, colóquese la mitra y vuelva a empezar".
Javier Montemayor
Edad: 48 años.
Papel en la celebración: Realizador de las imágenes de Televisión Española
Trayectoria: Es director de programas de entretenimiento en TVE. Colaboró con Pilar Miró en la realización de las bodas de las infantas Elena y Cristina. Se ha especializado en retransmitir grandes acontecimientos deportivos. En 1992 recibió un premio Ondas.
Tras la experiencia adquirida en las bodas de las infantas, esta vez se va a rizar el rizo: "Antes del cierre de la señal institucional, suministraremos una selección de imágenes, con calidad digital, de planos cortos y detalles, que no hayan sido emitidos en directo", afirma.
La misión del realizador es transmitir, "con sobriedad y elegancia", el glamour, el ritmo y la estructura narrativa de lo que para muchos será lo más cercano a un cuento de hadas. Montemayor invoca la memoria de la desaparecida Pilar Miró con cariño y admiración. Ella le enseñó a contener la subjetividad del realizador, a ofrecer un documental equilibrado y a "amatojar" (camuflar) las cámaras en los lugares más insospechados. "Vamos a intentar que quede todo el mundo lo más contento posible". Casi nada. Incluso un periodista que comente la boda desde Mauritania -el ejemplo es suyo- va a saber en todo momento quién aparece en pantalla: una narración en inglés, francés y árabe será retransmitida por Radio Exterior de España a todo el globo terrestre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de mayo de 2004