Robert Ballard, el descubridor de los restos del Titanic, encabeza, casi 20 años después, una nueva expedición a los restos del legendario transatlántico hundido. Ballard, que llegará al lugar a principios de junio con un equipo de una treintena de personas y tres robots -vehículos operados por control remoto (ROV's) y equipados con avanzadas cámaras y sensores- que responden a los nombres de Argus, Hercules y Little Herc, declaró ayer que el principal objetivo de la misión es estudiar el grado de deterioro del navío sumergido y las causas de ese deterioro, así como su deriva en el fondo del mar, para asegurar su futuro.
El oceanógrafo y célebre descubridor de barcos hundidos como el Bismarck o la torpedera PT-109 que comandó John Kennedy en la II Guerra Mundial, quiere enviar al mundo con su nueva misión el mensaje de que el océano es un gran museo y que sus maravillas hundidas -"las pirámides de las profundidades"-, pueden ser hoy admiradas por "telepresencia" sin perturbarlas. Para Ballard, que se considera "culpable" por haber dado pie con su descubrimiento al "circo" montado en torno al Titanic, el transatlántico y sus "almas perdidas" son "sagrados" y han de ser respetados como lo es el Arizona, sumergido en la bahía de Pearl Harbour.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de mayo de 2004