Una volcánica última jornada dejó un goteo de secuelas por casi toda la geografía. Hubo de todo, desde el delirante partido de Chamartín, donde la Real goleó al Madrid (1-4), hasta la feísima batalla del Sánchez Pizjuán (1-0), con mordiscos, cabezazos y mamporros entre sevillistas y osasunistas. Un partido de altísimo voltaje que dejó al Sevilla en la UEFA e hizo inútil la victoria del Atlético en San Mamés (3-4). Como inútil le resultó al Madrid que el Barça fallara en La Romareda (2-1) porque los azulgrana esquivarán la previa de la Liga de Campeones al finalizar segundos. No así el Madrid, al que incluso ha superado el Depor, dejándole en cuarto lugar, condenado a una engorrosa previa de la Champions en agosto. Un castigo merecido para el primer Madrid de la historia que pierde cinco partidos seguidos. El primer ciclo ganador de Florentino Pérez se cierra así con un estrepitoso fracaso, fruto de un modelo brillante, sí, pero tensado hasta la insensatez durante el último verano. Con la plantilla justa, sin defensas de cuerpo entero, medios postizos (Beckham) y las estrellas un año más desgastadas, el club quiso desafiar al sentido común del fútbol. La llegada de Samuel es el primer síntoma de la nueva cordura.
En la zona baja, buena parte de la noche estuvo a salvo el Valladolid (3-0), que desterró de la UEFA al Villarreal. Luego, casi tira confetis el Celta (1-2), que con 0-0 falló un penalti (Edu). Pero fue el Espanyol el que brindó por todo lo alto con su triunfo (2-0) ante el Murcia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de mayo de 2004