Si el diálogo es fundamental para la construcción de un proyecto comunitario, cobra más importancia ese hecho cuando nos referimos al sensible terreno de la salud pública. Y se ha echado mucho de menos dicha cualidad en la época anterior a la llegada a la consejería autonómica de su actual titular, María Jesús Montero. Ha habido una disociación, yo creo que premeditada, entre los políticos de la organización y los profesionales que hemos tenido que hacer realidad las directrices por ellos emanadas para su aplicación a la realidad sanitaria.
Estamos inmersos aún en ese tiempo de "estado de gracia" que, como cortesía obligada aunque no escrita, se le suele conceder a los políticos desde el inicio de su andadura en un nuevo puesto de responsabilidad. Hay, se piensa, que dejarlos organizarse, rodearse de un equipo acorde y capaz de realizar sus proyectos, y, en una palabra, que comiencen su rodaje.
Estamos, en Andalucía, dentro de esos primeros 100 días. Pero, sin embargo, nos atrevemos a exponer que es muy necesario que desde la consejería se responda cuanto antes al requerimiento de diálogo que tanto los sindicatos como los colegios profesionales ya le han solicitado. Al menos como prueba evidente del cambio de talante prometido y ansiado por aquellos que hemos estado marginados de importantes tomas de decisiones ya producidas o en trámite de realizarse.
Ojalá que esta carta abriera por fin la puerta, hasta ahora cerrada a cal y canto, para que podamos comprobar que la andadura que nos espera será participativa y fructífera. Porque el diálogo, lo vuelvo a repetir, es tan necesario en este terreno sanitario como si de una terapia urgente se tratara.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de mayo de 2004