El pasado martes día 25 nos asaltaba la noticia de que un transportista tiraba, en una cuneta de una carretera en el término de San Roque (Cádiz), los cuerpos de tres jóvenes magrebíes que habían muerto en su camión y de un cuarto, de 24 años, que se encontraba en estado crítico, cuando trataban de alcanzar nuestro territorio. Cuatro personas más que hay que sumar a los cinco cadáveres que aparecieron a bordo de un mercante el pasado sábado en Canarias y a otros tantos anteriores. Una interminable y asfixiante lista de personas muertas cuyo único delito ha sido intentar buscar una vida mejor.
Estas muertes, más allá de las responsabilidades particulares que hayan podido contraer personas concretas, evidencian el fracaso de las nefastas políticas de inmigración que rigen en nuestro país.
El Gobierno del PSOE tiene un importante reto ante sí que debe abordar de manera bien distinta a como lo hizo el PP. Ese nuevo talante del que Zapatero hace gala debe hacerse patente también en relación con políticas más humanitarias que acaben con la dramática situación de nuestras costas, así como con el abandono y exclusión en la que viven miles de inmigrantes en nuestro país.
Con dicho fin debería abrirse un proceso en el que intervengan todas las partes, empezando por los propios inmigrantes, ONG que trabajan con inmigrantes, instituciones, etcétera, que analicen el fenómeno de la inmigración ilegal y den salidas que pongan coto a este auténtico genocidio de los pobres, que se verifica cada día en nuestras costas; otra política de fronteras más humana.
No podemos seguir contando muertes de seres humanos como si no pasara nada. Por justicia, por salud ética y democrática, es urgente que el Gobierno central y la Junta de Andalucía revisen la Ley de Extranjería y, en general, las políticas diseñadas por el anterior gobierno en este ámbito.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de mayo de 2004