Poco a poco, universidades e investigadores van aprendiendo a patentar. "Hacemos evaluación del potencial de innovación y de explotación de productos patentables", explica Ana Cortés, directora de la OTRI de la Universitat de València. Para ello, utilizan el sistema T-Trip, una metodología para evaluación de patentes, inicialmente experimentada por la Politécnica. ¿Y después? Patentar un invento en España es relativamente fácil, pero una patente europea no. "La patente europea", explica Cortés, "plantea un análisis de novedad mucho más exhaustivo y es más exigente en los requisitos".
De la solicitud de una patente a su obtención pueden pasar años. Pero una vez concedidas, el objetivo es que las empresas licencien las invenciones para su utilización. La Universidad Politécnica de Valencia había licenciado un total de 30 patentes hasta finales de 2002.
Sin embargo, "el índice de éxito en la explotación de una patente, es muy bajo", asegura Ana Cortés. Ese bajo índice de éxito viene dado, según Cortés, "por el cambio de escala" de las condiciones del (en sentido figurado) "laboratorio" universitario o de la planta piloto a la planta de producción de la empresa". Esas etapas intermedias "deberían estar financiadas por Estado", afirma.
Tanto la Universitat de València como la Politécnica realizan actividades dinamizadoras dirigidas a investigadores con potencial de patentar. Casi todos coinciden en que falta cultura universitaria sobre este asunto y que hay que estimular más la actividad patentadora. "Aunque tendemos a la saturación", señala Alfonso Cueto, de la OTRI de Alicante, "estamos lejos de disponer de una masa crítica de patentes importante que haga rentable el sistema". Coincide Ana Cortés: "Cuanto más tienes, más probabilidades de éxito".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de mayo de 2004