La presidenta de la Comunidad de Madrid ha elegido la confrontación con todos para gobernar, y en especial ha decidido hacer de la educación un campo de batalla donde realizar oposición desleal y destructiva al Gobierno central, defendiendo un modelo educativo que fue aprobado de espaldas a la comunidad educativa, sin debate ni diálogo alguno; nos referimos a la mal llamada Ley de Calidad de la Educación.
Doña Esperanza ha decidido sacar sus armas y poner en pie de guerra a la educación madrileña, desarrollando una ley que sabe que será objeto de una moratoria, por parte del Gobierno central, en lo que se refiere a los contenidos comunes de las nuevas enseñanzas por un periodo de dos años, tiempo que se dedicará a lograr el consenso que no existió al aprobarla y realizar las modificaciones necesarias.
Pero ahí no queda la cosa. La gestión educativa del Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid consiste en extender la enseñanza privada por todos los rincones de la geografía de la Comunidad, permitiendo su instalación en suelo público cedido por algunos Ayuntamientos, y olvidar las necesidades urgentes de construcción de colegios, institutos y centros integrados de formación profesional, lo cual demuestra su afán privatizador y su mentalidad empresarial.
Es cierto que la señora Aguirre no ha engañado a nadie, pues en la campaña electoral ya comentó que iba a mimar a los empresarios; pero lo que nadie podía suponer es que iba a hacer negocio con la educación, especialmente si pretende imprimir calidad a la educación madrileña. Lo primero que debe hacerse es apostar por la equidad, la igualdad de oportunidades, lo cual requiere atender las necesidades de los estudiantes, y eso implica dinero, inversiones, recursos, personal.
¿Eso se consigue destinando 74 millones de euros a la enseñanza concertada para casi 700 nuevos conciertos, y 24 millones de euros a la enseñanza pública? ¿O dejando que los funcionarios docentes madrileños pierdan poder adquisitivo con respecto a otras comunidades autónomas? ¿Eligiendo a dedo a los directores de los centros educativos? ¿Abandonando a los interinos? ¿Reduciendo las inversiones?
De momento, su espada ha supuesto la convocatoria de una huelga el próximo día 1 de junio en la enseñanza madrileña, y una manifestación a las 19.00 en la plaza de la Villa. Una huelga a la que se ha adherido incluso alguno de los sindicatos que respaldaron la Ley de Calidad, el CSIF.
Señora Aguirre, deje la espada para Damocles, las guerras para Aznar, y piense que Madrid desea paz, diálogo y convivencia, y la apuesta por la enseñanza pública de calidad, pero para todos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de mayo de 2004