En varias ocasiones he oído al presidente del gobierno y a sus ministros -ayer mismo al señor Borrell en el debate de los dos candidatos a la Elecciones Europeas- que quieren hacer de España, una sociedad libre y laica. Desde los primeros años del cristianismo, laico se designa a los fieles cristianos inmersos en las realidades profanas, y tienen como misión dar testimonio de su fe allí donde se encuentren.
Ustedes lo que quieren es una sociedad laicista: que denota una actitud de indiferentismo oficial y enfático ante lo religioso que prescinde de todo criterio moral que obedece a la religión. Hay una contradicción entre libre y laicista. Nadie me puede imponer o prohibir qué debo creer, y ejercito mi libertad cuando procuro vivir de acuerdo con mi fe, independientemente de quien gobierne.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de junio de 2004