Estados Unidos buscaba ayer en Sea Island el establecimiento de un embargo durante un año sobre la transferencia de tecnología nuclear con fines civiles, para evitar que pueda ser utilizada por países de dudosa fiabilidad para el desarrollo "clandestino" de armas nucleares. Además, se quiere evitar la concentración de científicos y técnicos con conocimientos para el desarrollo de armas de destrucción masiva en esos países.
La caída del régimen de Sadam Husein y decisión de Libia de renunciar a sus planes para el desarrollo de armas nucleares plantean un serio dilema a las potencias del G-8, según la Administración de Bush. Temen que los científicos y los técnicos nucleares que trabajaban en programas en esos dos países sean "contratados" por Irán o Corea del Norte para llevar adelante sus propósitos de expansión nuclear. Y por este motivo están de acuerdo en "extender" la asociación que se creó hace un año en Evian (Francia) contra la proliferación de este tipo de armas.
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El Departamento de Defensa es rotundo en este sentido al afirmar ahora que el gran reto "no son los tubos de aluminio para centrifugar uranio o plásticos con agentes químicos", sino lo que denominan "el capital intelectual". Es precisamente este detalle el que utiliza ahora EE UU como argumento para justificar la intervención militar en Irak. Tras no hallarse evidencias sobre los presuntos depósitos de armas químicas y biológicas, la nueva teoría se basa en que "el problema se crea cuando un país tiene científicos y técnicos que saben cómo construir un sistema para enriquecer y reprocesar uranio o plutonio, para transformarlo en material para armas nucleares".
"El de Irak es el mejor ejemplo", señala Washington. Por eso, el presidente de EE UU, George W. Bush, planteó ayer durante los debates del G-8 que se adopten medidas para "restringir" la concentración de científicos y técnicos con conocimientos en el ámbito nuclear en países de dudosa fiabilidad. La idea tiene una difícil solución, según distintas delegaciones. "La capacidad intelectual es algo más difícil de restringir que las evidencias físicas de programas de armas", apuntan.
"Hay una determinación unánime para que no puedan hacerse con armas nucleares", afirman diversas fuentes en el G-8. "El desacuerdo continúa sobre la táctica que se debe seguir para impedirlo, y eso no es un secreto para nadie", añaden. En el caso concreto de Corea del Norte, se insiste en que las autoridades norcoreanas deben aportar pruebas "completas, verificables e irreversibles" sobre sus programas de desarme nuclear. Sobre Siria se evitó hacer comentarios concretos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de junio de 2004