Barcelona vive un gran encuentro entre culturas que pretende priorizar valores como el respeto a la diversidad cultural. Esta declaración de principios no puede quedarse en palabras que no lleven a una acción específica. No podemos permitir que el diálogo se quede en una reflexión que no ayude a solucionar cuestiones más próximas, como la de los más de 1.500 inmigrantes que se encerraron para volver a denunciar una situación insostenible. Estas personas, que trabajan honradamente en nuestro país, se merecen una solución legal por parte de la Administración, ya que a ellos no les son suficientes las buenas intenciones de las palabras. La solución no es sencilla ni rápida, y por eso mismo hace falta que se trabaje para intentar paliar un problema que ya llevamos demasiado tiempo dejando de lado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de junio de 2004