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Reportaje:

El Prado repasa su historia

La exposición 'El grafoscopio' recorre, a través de un centenar de imágenes, el primer siglo de existencia de la pinacoteca

Las 72 fotos tomadas por J. Laurent y Cia entre 1882 y 1883 de la galería central del Museo del Prado podían ser contempladas de un tirón, haciendo girar un manubrio, gracias al grafoscopio o cuadro de rotación que el fotógrafo francés inventó.

Descrito como un "cajón mueble" en el registro de patentes, el artilugio, que en su día se encontraba en la tienda del fotógrafo dentro del propio museo, quedó olvidado en los almacenes de la pinacoteca. Hace tres años fue redescubierto, y su restauración fue el germen de la exposición El grafoscopio. Un siglo de miradas al Museo del Prado (1819-1920), que permanecerá abierta hasta el 26 de septiembre.

Historia y museología son las bases de esta iniciativa, incluida dentro del festival PHotoEspaña 2004. La muestra, comisariada por José Manuel Matilla y Javier Portús, recorre, a través de cerca de un centenar de imágenes, el primer siglo de existencia del museo. Junto al grafoscopio, cuadros, grabados, litografías y fotografías del interior y exterior abren una ventana al pasado del emblemático museo, que recibió a sus primeros visitantes el 19 de noviembre de 1819 y que hoy ultima las obras de su nueva ampliación. La exposición para el reloj un siglo después, en 1920, fecha en la que se acometieron los primeros trabajos de ampliación del Prado.

Desde el zócalo a la cornisa, desde los lunetos hasta las puertas de madera que cerraban las ventanas al exterior, todos los espacios de la Galería Central del Prado eran aprovechados para colgar algunas de las grandes obras de su colección en 1882. En las paredes de esta alargada sala colgaban un total de 415 cuadros. "Hoy sólo son 60 los lienzos expuestos en este espacio", explica el comisario.

Las imágenes ensambladas de Laurent prueban que la simetría fue un valor en alza para la disposición de las obras -que en muchos casos no respetaba el orden cronológico-. Maximizar el espacio expositivo tuvo sus partidarios. "Antes se veían más cosas y también se daban mezclas extrañas", reconoce Matilla.

Cada palmo de pared aparece cubierto por obras de las escuelas española e italiana en las fotos del grafoscopio, cuya tira continua de 10 metros de longitud y 30 centímetros de alto se expone restaurada. El Cristo crucificado, de Goya, abría el paseo por la atestada estancia donde Las meninas -que se exhibían flanqueadas por otros cinco lienzos- compartían muro con obras de Tiziano o Tintoretto. "Velázquez y Tiziano hacen pareja y enmarcan a Rafael. Goya tiene una presencia dominante y también se pueden ver cuadros que han desaparecido como La Magdalena, de Tejeo, que se perdió en la Embajada española en Viena durante la Segunda Guerra Mundial", explica José Manuel Matilla.

El peso y reconocimiento ganado por la Escuela Española es uno de los aspectos que el comisario destaca: "A mediados del siglo XIX, la identidad española va ganando fuerza, el nacionalismo también se manifiesta en el Prado, que empieza a reivindicar la pintura española, hasta que su presencia es totalmente dominante en la galería".

Además de la tira restaurada de Laurent y su reproducción encuadernada, conservada en el Metropolitan de Nueva York, la muestra presenta la primera imagen fotográfica de la pinacoteca: el daguerrotipo Vista de la fachada principal del Museo del Prado, 1851, captado por José Albiñana. También están los primeros catálogos fotográficos del Prado y las reproducciones de obras pertenecientes al Tesoro del Delfín y a las colecciones de pintura y escultura que sirvieron para dar a conocer el Prado dentro y fuera de España. El papel desempeñado por la fotografía en la difusión de los fondos del museo es uno de los aspectos más importantes que descubren esta exposición.

Cartones que durante años estuvieron "en conserjería", planos restaurados del edificio y una colección de fotos de Lacoste -en las que se reproducen todas las paredes del museo antes de su ampliación- cierran esta exposición, promovida por la Fundación Amigos del Museo del Prado.

El catálogo, con textos de los comisarios, de María de los Santos García y de Helena Pérez, aborda la historia del museo analizando la evolución de su espacio, el enriquecimiento de sus colecciones y los distintos criterios de exposición que se aplicaron. Una serie de conferencias, que tendrán lugar los días 19, 23, 26 y 30 de junio, completan las actividades organizadas por el Prado en torno a su pasado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de junio de 2004