A mi madre le gusta llamarse "niña de la guerra" y "abuela de la democracia". Nos cuenta con entusiasmo cómo era su colegio en la República, con gimnasio, piscina cubierta y cuadro artístico. Nos cuenta también cómo a los diez años tuvo que ser evacuada a Cataluña, concretamente a Igualada, junto con los profesores y otros niños del colegio. Nunca más volvió a estudiar, su infancia se acabó como la de muchos niños con su regreso a Madrid tras la victoria de las tropas franquistas. Es una mujer entusiasta, emprendedora e inteligente, a sus casi 80 años sigue aprendiendo. Ha tratado de contactar con alguna organización para contar su historia y nadie le ha contestado. Es un valioso testimonio humano acerca de la educación en la República y a nadie interesa. Una pena. Sólo sus hijos y sus nietos somos interlocutores privilegiados de sus vivencias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de junio de 2004